
Obviamente, la historia de Just-Ene no se remonta a años atrás, al menos no como Just-Ene…..Just-Ene es más que una ilusión, es la materialización de un sueño.
Siempre que alguien me ha preguntado que harías si te tocara la lotería he respondido una y otra vez: «crear empresas sin miedo a quebrarlas». Y claro pasado el día 22 de diciembre, puedo decir oficialmente que la lotería como tal no me ha tocado.
Después de tratar de «empezar» sin éxito aventuras emprendedoras como hacer periódicos para venderlos a 25 pesetas a conocidos (¿que hubiera sido de nuestro negocio sin mamá y papá?), recoger piñones de las piñas caídas pensando que podían venderse o poner un cartel en la puerta de casa ofreciendo menús a los vecinos en el que siempre destacaba «hoy tenemos tortilla» (mi plato estrella, o al menos el único que una niña de 11 años era capaz de cocinar), por fin a los 29 años encontré ese proyecto que me ilusionaba, me emocionaba y por el que era capaz de dejarlo todo.
Y así lo hice, tras varios años formándome y trabajando en el sector financiero, que en algún momento (y una vez más equivocadamente) pensé que sería el «trabajo de mi vida», empecé a pensar en la idea de Just-Ene.
Just-Ene intenta ser la respuesta a ese problema con el que nos encontramos muchas mujeres. ¿Quién no se ha comprado con toda su ilusión un modelito para ir a una boda o un evento y se ha vuelto loca buscando los zapatos perfectos?, en mi caso (y aún a riesgo de sonar a película) pasé semanas y semanas buscando unas sandalias doradas para ir a la boda de mi mejor amiga. Yo no tengo hermanos, y ella ha sido mi compañera de vida desde la guardería, así que uno se puede imaginar la importancia de tal evento. Mi desgracia fue, que por alguna extraña razón, parece que el dorado no era en absoluto el color estrella de la temporada, o al menos no para las marcas más asequibles. Por «suerte» después de semanas dando vueltas conseguí encontrar unos zapatos cercanos a los 400€ (realmente esto era un gran esfuerzo para mi economía) que medianamente se adaptaban a mi estilo, y por supuesto, eran dorados. Esos zapatos por supuesto permanecerán en mi recuerdo por muchos factores, entre ellos: i) por el aprisionamiento de mi dedo gordo del pie el cual estuvo dormido durante dos semanas (qué tranquilidad cuando me dijeron que eso no significaba que fuera necesario amputar); ii) por el dolor en la rabadilla otras tres semanas adicionales tras caer por las escaleras del autobús de la boda; iii) y por supuesto, y lo más importante, por ser el inicio de Just-Ene. Mucho han merecido la pena estas semanas de dolor.
La realidad es que no entendía por qué no podías hacer los zapatos como tu quisieras….. Si a eso añadimos mi afán a la vez que torpeza por el «hazlo tu mismo», pensé: ¿por qué no hay nadie que pueda poner tachuelas en tus zapatos sin miedo a arruinar tu inversión de 90€ en el zapato que has comprado?.. Y este es sin más ni menos el origen de Just-Ene.
Tras meses hablando con gente a la que estaré eternamente agradecida por su apoyo, impulso, confianza, ganas, conocimientos, opinión, portazos (¿por qué no reconocerlos?) y un sinfín de tantas otras cosas, fui capaz de tomar probablemente una de las decisiones más importantes de mi vida a día de hoy. Un día, me levanté de la cama triste, había algo que realmente me ilusionaba, que exigía más de mi, y para lo que no tenía el suficiente tiempo. En ese momento lo vi claro, mi primera llamada fue para decir «mamá, dejo el trabajo», tras la evidente reacción inicial, de «estás loca», «piénsalo en frío», ella entendió que realmente era lo que tenía que hacer. Y así lo hice. Tras 7 años trabajando en el sector financiero, cogí mis innumerables bártulos (nunca vi mi mesa tan despejada como cuando me fui), me despedí con mucha pena de mis increíbles compañeros y con alguna que otra lagrimilla dije adiós a la zona de confort para hacer realidad un sueño. Y todavía, a día de hoy, no ha llegado el día en el que me haya arrepentido de ello.
No ha pasado ni un año desde entonces, y poco a poco el sueño cada vez parece más una realidad. A día de hoy, y no sin tiempo, dedicación y esfuerzo, he conseguido rodearme de gente excepcional a la que estaré eternamente agradecida y en la que confío ciegamente para llevar a cabo el proyecto, desde el diseño, pasando por la fabricación o el desarrollo tecnológico.
Igualmente, calzar por fin un Just-Ene y que desconocidos preguntaran por mi zapato me hizo sentir como, si por primera vez en la vida, Papa Noel y los Reyes se hubieran puesto de acuerdo para traerme todos los regalos de mi interminable lista.
Y esto es lo que a día de hoy es Just-Ene, una experiencia, una ilusión, un sueño.
No hay comentarios:
Publicar un comentario